noviembre 30, 2004

Las supercalifrikilísticas teleplastias y los hongos alucinógenos

[Nota previa sobre el gato de Bélmez:


El descubridor del Gato de Bélmez, Pedro Gimeno, ha decidido liberar al dominio público su diseño, al que se ha bautizado como "Randi, el gato teleplástico". Se pueden descargar desde aquí dos versiones de este diseño (haciendo clic en el enlace con el botón derecho del ratón y eligiendo "Guardar objetivo como" o la opción respectiva de su navegador): en formato vectorial, y también en formato de 600 x 200 píxeles. Disfrútenlo.]
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Cómo pasa el tiempo.

Parece que fue ayer, como en una canción de Armando Manzanero, cuando Pedro Amorós Sogorb, timonel del bajel de la SEIP, y la alcaldesa de Bélmez de la Moraleda, María Rodríguez, convocaban entusiastas a los medios informativos para anunciar la aparición de 21 nuevas "teleplastias" (es decir, dibujitos de origen paranormal) en una nueva casa en el paranormalísimo poblado jiennense, y el autonombrado "investigador" aseveraba que había en esa nueva casa psicofonías, poltergeists y muchas cosas misteriosas y de un paranormalidad estupefaciente.

Atrás ha quedado ese lejano 10 de octubre.

Apenas parece ayer cuando la alcaldesa anunciaba con gran satisfacción y hondo sentimiento la llegada, en un solo fin de semana de tres mil personas ansiosas de comulgar con las caras mágicas, y cómo no daban abasto los bares (sobredemanda de tapas así no se había visto) y que se supiera cómo se vendían llaveros con caras belmecianas a los entusiastas turistas.

Y parece que fue ayer (en realidad fue antier, domingo 28) cuando Amorós aseguraba en un programa ocultista de radio que la Universidad Complutense iría a estudiar las caras de Bélmez (oh sí, la ciencia es respetable a ratos, ellos deciden cuándo y cuándo es "fascista", dogmática, cerrada o "inútil").

La micología no es el estudio de los micos


Pero polvo somos, oh, hermanos, que ya lo decía don Jorge Manrique. ¿Qué se fizo de Amorós? Pues que las supercalifrikilísticas “teleplastias” según las bautizó, anunció y decretó la SEIP, aderezadas con "psicofonías" y "poltergeists", a las que fueron a ver asombrados miles de víctimas, convencidos de que estaban ante un milagro certificado por "expertos" según la muy retomada nota de Europa Press, podrían ser... agárrese a algo sólido o siéntese... ¡"hongos"! (Hongos, además, ampliamente inteligentes, ya sabe usted, un hongo con período azul, otro más en la línea de Mingote a juzgar por las reconstrucciones del SEIP, otro más empeñado en el tardocubismo y alguno heredero de Chagall. Hongos cuya influencia alucinógena hizo creer a los "investigadores" que eran "paranormales".)

Así lo dice al menos Amorós en el nuevo artículo de Javier Cavanilles publicado en El Mundo: Amorós da marcha atrás y ahora dice que las caras de Bélmez son 'hongos'.

Y la Universidad Complutense, oh destino esquivo, oh tempora, oh mores, oh, qué ganas de estar dando lata, se desmarca con la habilidad de Ronaldinho y niega asociación alguna para poner la cara por la SEIP y Amorós.

Atiza.

¿Cómo fue?

¿O sea que Amorós confiesa a estas alturas de la película que no tiene la más remota idea de lo que realmente son los dibujitos que apenas ayer decía haber visto surgir como "teleplastias" y a los que certificó como paranormales, selló, vistió con sus mejores galas domingueras, les dio la bendición y se los mandó a la prensa como muestra de las maravillas de la investigación realizada con una fregona?

Cáspita.

¿Es posible entonces que Pedro Amorós Sogorb haya mentido en sus anuncios de principios de octubre y colaborado así a engañar a los "miles" de personas que fueron a ver maravillas esotéricas y mágicas cuando se trata probablemente tan sólo de una exposición de micología? ¿O sea, los nuevos dibujitos son, según Amorós, falsas teleplastias o fraudes (no en el sentido jurídico, sino en la primera acepción del DRAE que lo define: "Acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete", siendo en este caso los perjudicados los visitanes que creían viajar para ver algo esotérico y no para recoger setas)?

Recórcholis.

Y en su calidad de autoproclamados "investigadores", ¿no era lógico que primero hubieran "investigado" tesis como la micológica y otras muchas antes de llamar a los medios para darle vuelo al asunto?

Y si eso es lógico, ¿por qué no lo hicieron con aseo? Cada quien saque conclusiones.

La alcaldesa en Francia


Título éste elegante y con regusto a Siglo de Oro (toda proporción guardada), denota que la alcaldesa, pese a estar en Francia desde el sábado o domingo hasta esta mañana, cuando hablaba con Canal Sur, no se queda atrás en su marcha atrás (vaya, esto parece un "sprint" en reversa, de modo que quizás debiera decir que no se queda adelante).

Ahora resulta que, también según lo declarado a Europa Press y también recogido por Javier Cavanilles en El Mundo de hoy, ya no hay miles de visitantes, bares abarrotados ni ná de ná, porque ahora nos sale conque el fenómeno "sólo supone gastos" para la alcaldía. Pase y véalo, asómbrese con La alcaldesa da la cara, el SEIP se esconde.

Repámpanos.

Pues no sé cómo decírselo de modo amable, pero si a mi alcaldesa, que es de la misma formación política que la de Bélmez y cuenta con mi voto, alguien le abre una vía por la que se fuguen los dineros del ayuntamiento, no les hace festejos ni propone crearles un instituto y comprarles una casita para que sigan depauperando al consistorio, sino que los pone de patitas en la calle y procede a taponar la fuga de recursos con energía, agilidad y eficiencia, porque de otro modo entre sus opositores políticos, los medios de comunicación críticos y la población (que es medio quisquillosa, ya sabe usted, cosas de la democracia) le armarían un broncazo memorable. Mi alcaldesa no se anda con tonterías, pues. Por eso, también, en su programa electoral estaban ausentes las supersticiones ocultistas y esotéricas.

Canastos.

No extraña que en el foro de lectura pública de la SEIP, algún anónimo que dse dice oriundo de Bélmez se lamente: nadie se preocupa de fomentar su cultura centenaria, sus manantiales, sus parajes sin igual, sus castillos, sus cuevas, su gastronomia, sus fiestas, sus gentes, su aceite, su magía, si, su magia, pero la que se ve, la que se toca, la que sentimos paseando por sus calles, no la que se inventan unos aprovechados, lo dicho me da lastima.

Tiene razón. Es lamentable que su alcaldesa no se haya ocupado de todos esos atributos del pueblo, que además, estoy seguro, está formado por gente esencialmente decente y buena (como todos los pueblos de todo el mundo). Es lamentable que el municipio esté encabezado por alguien que promete paranormalidad en lugar de fijarse en las maravillas reales de Bélmez, y que lo haga en equipo con una organización tan peculiar como la SEIP.

De hongos y zancadillas entre compadres


Al que le medio joden el invento es a Enrique de Vicente, cuya revista Año Cero de este mes pone en portada el supercalifrikilístico descubrimiento que podría no serlo, según Amorós, aunque otros hemos dicho desde el principio que sigue sin haber ninguna indicación, pista, prueba, evidencia, demostración, señal o hecho que sugiera en modo alguno la "paranormalidad" de las caras, ni las viejas, ni las nuevas ni las que se inventarán mañana con la misma seriedad de la virgen del sandwich de queso al horno.

De Vicente, todo candor, ingenuidad y ganas de vender revistas (y publicidad, los precios de publicidad en esta revista no son ninguna bicoca) publica un artículo de Josep Guijarro en el que se da voz a extravagantes "teorías" de la "paranormalidad" de los dibujillos, como la "impregnación". Ni una duda, ni una sugerencia de que podría tratarse de aceite, de hollín, de pinturas al óleo, de lápiz, de hongos artísticos, de tierra, de pastel, sanguina, carbón, acuarela, fresco o técnica mixta. Sin duda alguna, parten de la conclusión paranormal y luego ya se dedican al delirio de ver cuál "explicación paranormal" es la que se ajusta. Todos tendrán una distinta, y todas las explicaciones tendrán, previsiblemente, su libro.

Guijarro menciona, al final y con modestia (e imprecisión) la aportación de Francisco Máñez, pero la desecha rápidamente afirmando (sin probarlo siquiera con una fotografía) que las caras "se mueven", "aparecen y desaparecen" y siguen siendo, sin duda para el reportero, paranormalísimas.

Año Cero (e inteligencia más o menos en los alrededores de la misma cifra) hace un "análisis informático" de las "nuevas caras" sugiriendo que una de ellas es una especie de retrato de María Gómez Cámara, la dueña de la casa original y beneficiaria del "fenómeno" original. ¿A cargo de quién está el estudio? Pues no podría ser otro que ¡José Manuel García Bautista!, el que hace "análisis químicos" según Amorós y "análisis de fotografía digital" según Íker Jiménez. Misteriosamente, sus dedos se mueven como planchita de ouija para ponerle al estudio antes de hacerlo "Informe resurrección". El "estudio" es una chapuza que de informático tiene poco. Y cuando el autor dice "este nuevo suceso que se está produciendo en Bélmez nos deparará nuevas sorpresas" no parece estarse refiriendo a la micología transcomunicacional.

Apaguen los reflectores, queremos oscuridad


Uno, que es medio imaginativo y dado a la fantasía (aunque uno no vende la fantasía como realidad, aclaremos, sino cuando mucho en forma de cuentos y novelas) supone que el asunto de las nuevas caras de la nueva casa se le ha atragantado de manera tremebunda al SEIP, a Amorós y a todo el entramado paranormal (donde los mismos están en las revistas, escriben los libros, aparecen en radio y televisión e "investigan misterios" decidiendo siempre que sí lo son, incapaces de descubrir un solo embuste).

Y es que se necesita mucha desesperación y una desvergüenza del tamaño de una catedral (de las grandes) para hacer como Luis Mariano Fernández, que llama a Canal Sur de Andalucía hoy 30 de noviembre por la mañana negando que alguien tenga en marcha "la registradora" cuando apenas ayer (bueno, hace diez días, el 20 de noviembre) el propio Luis Mariano fue de paraguía turístico en un viaje que él mismo organizó como parte de su rentable programa Viajes y rutas del misterio en colaboración con Viajes Marimartur. Para el tour del 20 de noviembre, le cobró 110 euros a cada turista para llevarlo a ver, entre otras cosas, los dibujitos de caras de Bélmez. Y el propio Luis Mariano vende un libro sobre las "caras" de Bélmez que escribió con Íker Jiménez.

Eso se llama cobrar la pasta y esconder la registradora, Luismarianito.

Pero ante el nuevo giro maromero y acomodaticio de Amorós respecto a la súbita "no-paranormalidad" de los dibujitos, ya decíamos en la anterior entrada que la actitud de Íker Jiménez era reveladora: desde el domingo en la noche se vislumbraba que la forma de detener el escándalo y el desprestigio del paranormalerío sería declarar a las "nuevas" caras "no paranormales" pero manteniendo el negocio de las "viejas" caras, sobre las que se ha escrito una media docena de rentables libros, varios de ellos de gente de la SEIP.

La atención de los medios le quedó grande a los ocultistas del SEIP.

O, más bien, estaban preparados para recibir aplausos, reconocimientos, medallas, ensaladeras, placas conmemorativas, diplomas ad honorem, doctorados honoris causa, invitaciones a ofrendar su sabia verba al público en conferencias y medios de comunicación, mejores contratos editoriales para escribir nuevos libros de asombrología, algún programilla de radio y cosas así.

Para lo que no estaban preparados era para que los medios de comunicación (incluyendo a personajes de la talla de Javier Reverte y Carlos Herrera, a los que en buena lógica también demandará la dupla SEIP-Alcaldesa) les dedicaran el mismo ojo crítico que la libre expresión y el derecho de la gente a saber hace que se le dedique a todos los demás temas, desde las elecciones en Estados Unidos hasta el desempeño de la selección nacional, los estrenos de cine, las sentencias judiciales, los presupuestos locales, regionales y nacionales, las guerras, la paz y todas las cosas de este mundo.

Los paranormalólogos esperaban disfrutar de impunidad. Como siempre. Ellos pueden acusar con una bajeza subterránea a sus críticos de "conspiradores" sin miedo a tenerlo que demostrar. Sienten que son inmunes para hablar de "científicos" dogmáticos y fascistas sin medir sus palabras. Pueden incluso mover al odio descalificando a otras personas por su nacionalidad (presunto delito), pueden poner en duda alegremente las motivaciones, intereses, intenciones, buena fe y seriedad de todos sus críticos a pura saliva, sin pruebas ni datos. Nadie los suele molestar en la oscuridad en la que se mueven. Disfrutan de impunidad para cometer todo tipo de atropellos y hacer declaraciones de delirio. Y lo hace continuamente.

Pero cuando se publica la verdad sobre ellos, se retuercen como babosas en sal. Temen, sin duda, que otros afectados tomen medidas.

Ellos fueron los que llamaron a los medios, una y otra vez, haciendo incluso de Europa Press algo así como "la agencia de noticias paranormaleras y magicoides". Pero ahora se nos quiere hacer creer que lo de ellos no fue "afán de notoriedad", no, ni "ambición" pese a que tienen productos en venta, para nada, en modo alguno, ¿cómo puede alguien creer eso? Los que tienen "afán de notoriedad" y quizá "ambición" son los que revelan sus mentiras, esos malévolos personajes que se empeñan en no dejar a otros mentir a gusto y engañar a la sociedad en santa paz y que, para remate, publican gratuita y abiertamente sus análisis del paranormalerío.

Y es que, al tener una gran atención de los medios después de haber soltado todo tipo de falsedades, mentiras, exageraciones, acusaciones descabelladas y tonterías en sus foros, en sus páginas Web, en sus libros y en sus revistas, se horrorizan porque se publican tales falsedades, mentiras etcétera. Y se enfurecen porque los medios le dan voz a quienes demuestran sus falsedades, mentiras y demás.

Y claman que se trata de "desprestigiarlos" simplemente por informar de quiénes son, qué hacen y qué credibilidad merecen sus trolas y embustes. Si eso los "desprestigia" es que poco prestigio tenían para empezar.

No lo pensaron antes. Les resulta inconcebible.

Así pasa el tiempo, rápido y cruel, así se vuelven cenizas los sueños de gloria desde la impunidad del monopolio mediático. Las manifestaciones preternaturales se vuelven hongos alucinógenos, las universidades desaparecen, los turistas se esfuman, la atención incomoda y limita.

No somos nada, oh, amigos, no somos nada.

Y algunos son menos.

noviembre 29, 2004

Mal empieza la semana...

[Actualización Más sobre el tema en enlaces cortesía de los participantes de la lista Charlatanes: notas en El Mundo (La alcaldesa de Bélmez niega que exista una 'trama fraudulenta' en torno al fenómeno de las caras), en Tirol Online, en alemán, gracias a Señor Cara de Poker por el enlace (Mysteriöse "Gesichter von Belmez" angeblich Betrugsmanöver), en ABC (La alcaldesa de Bélmez niega un fraude «con los rostros» para atraer turismo) en Canal Sur noticias (Los científicos, indignados por el fraude de las nuevas caras de Bélmez), en La Nueva España (Las nuevas caras de Bélmez están hechas con agua y aceite) y hay más.]

Mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes, solía decir mi abuela Sofía, que no sé si ya he dicho que es la mujer más sabia que he conocido.

La sentencia, olorosa al armario donde mi abuela guardaba las fotografías familiares, viene al caso por los nuevos artículos de Javier Cavanilles en El Mundo hoy lunes 29 de noviembre respecto de Pedro Amorós Sogorb, de la SEIP, de la alcaldesa de Bélmez de la Moraleda y del vergonzoso tango de las caras duras de Bélmez, con "Centro de interpretación de las caras" incluido (y uno se pregunta, por cierto ¿quién va a encabezar la institución de interpretación de las caras de la alcaldesa de Bélmez? ¿No será por casualidad Pedro Amorós Sogorb?).

Sigue el reportaje de Cavanilles y nuevo artículo de Reverte


Hoy se publican en Internet otras dos partes del reportaje de Javier Cavanilles: Varios colaboradores rompen con Pedro Amorós y avalan la tesis de fraude en las 'caras de Bélmez' e Historia de un embuste. Existe además un tercer artículo que no está en Internet, pero sí publicado en El Mundo, ediciones de Alicante, Andalucía y alguna más, con la consabida amenaza de la alcaldesa de que no he leído el artículo, pero si dice la mitad de lo que me han contado la próxima vez que hablemos será en un juzgado.

En estos informes, el periodista revela que el desaseo respecto de las nuevas caras (que ahora no "aparecieron" paranormalmente, sino que "se les hizo surgir" mediante la intervención directa, fregona en mano, de Pedro Amorós Sogorb) ha sido tal que varios miembros y delegaciones del SEIP cuyo interés en lo paranormal no es como para obnubilar su buen sentido y su decencia, han desertado de la organización. El SEIP, a su vez, los sigue enumerando en su Web, al menos hasta hoy 29 de noviembre, como miembros activos.

Además, un periodista de la calidad de Javier Reverte escribe en ABC el artículo Las dos caras de un timo a raíz de las revelaciones de Cavanilles de ayer, donde establece claramente lo que los comerciantes del ocultismo desean negar: Lo de Bélmez se sabía ya de antiguo y el nuevo intento de estafa es, por lo que se dice, todavía más burdo que el anterior.

Pero antes de seguir celebrando que en los medios de comunicación masiva españoles se consiga colar por una vez algo de pensamiento crítico en momentos en que todas las formas de ocultismo están siendo promovidas sin medida y con casi total impunidad en la radio, la televisión y la prensa, quiero dedicar un pensamiento a la gente de Bélmez de la Moraleda.

El turismo en Bélmez: que no cunda el pánico


Si se cayera del todo el teatrito de las caras duras del mentiroso Amorós Sogorb y la alcaldesa María Rodríguez, quien más tiene que perder es la gente de Bélmez, las dos mil personas que no han podido encontrar líderes políticos visionarios, imaginativos y decididos que ayuden a crear las condiciones necesarias para establecer una economía sana en el ayuntamiento. Son muchos los informes que hablan de una fuerte depresión económica en el pueblo, para la que ha sido un paliativo el goteo de visitantes a la casa original de María Gómez Cámara y, ahora, el súbito chorro de visitantes a la nueva casa "paranormal por decreto".

Obviamente, nadie le desea mal a los habitantes del pueblo, que bastante tienen que sufrir con líderes políticos tan desprovistos de horizontes como para convertir un "Centro de interpretación" de unas supuestas caras de origen supuestamente paranormal en asunto de un programa electoral en unas elecciones serias. Vaya, sería de risa si no fuera tan patético.

(¿Sabrán de esta situación el PSOE de Andalucía y la Junta de Andalucía? Lo pregunto porque el socialismo, en general, tiene como una de sus características positivas el favorecer el pensamiento crítico antes que la superstición, y aquí hay al parecer una excepción notable.)

Desde aquí, pues, ante todo, un mensaje tranquilizador a los habitantes de Bélmez de la Moraleda: no van a dejar de llegar los visitantes, de eso se encargará la tribu paranormalera. Se hará el "Centro de interpretación" y se consolidará la industria turística ocultista. No se preocupen, ni mucho menos crean que quienes criticamos la colosal desfachatez de los mendaces "investigadores paranormales" (en cuyas "investigaciones" el hilo negro está por descubrirse aún) y los desfiguros de sus líderes deseamos la ruina de su población. Yo, por lo menos, quisiera de todo corazón que en Bélmez de la Moraleda tuvieran empleos suficientes y perspectivas de futuro lo bastante amplias como para que no dependieran de una chapuza tan basta. Y, si de querer se trata, querría que en sus escuelas se les enseñara que, al menos hasta hoy, no existe ninguna prueba medianamente aceptable de que en su población ocurra ningún fenómeno "paranormal", y querría que hubiere líderes políticos ocupados de cosas más provechosas que reunirse con un grupo como la SEIP para organizar centros de promoción del pensamiento mágico.

Como están las cosas, las críticas de quienes sienten indignación ante la manipulación mediática por parte de los vendedores de maravillas fantasiosas difícilmente tendrán mucho eco en la sociedad. La superstición sigue campeando, promovida por quienes viven de ella, ganando (poco o mucho, pero ganando, que todos venden algo) y copando los medios. Habrá más "investigadores" parapsicológicos seiperos y no que organicen tours para ir a Bélmez, habrá visitantes, derrama en los bares y restaurantes, una pujante industria de souvenirs y demás formas de comercio que le dejen algo del necesario dinero a Bélmez.

De hecho, yo me atrevería a sugerir que ofrecieran productos en venta para los crédulos como para los incrédulos. Por ejemplo, con el diseño que Pedro Gimeno realizó con base en su maravilloso descubrimiento de los gatos de Bélmez narrado de manera excelente en el blog de Lola Cárdenas. Al diseño en grande se puede acceder desde el blog Bajo el volcán. Es así:


No negarán que es bonito y lucidor. De hecho, Pedro Gimeno ha decidido permitir que su diseño se distribuya libremente bajo la licencia "Copyleft", de modo que desde ya la gente de Bélmez puede copiarlo para hacer camisetas, tazas, bolígrafos, llaveros, pegatinas, navajas, vasos de chupito, gorros, colgantes, pines, muñecas, mecheros o encendedores, calendarios y otros bonitos y rentables materiales de merchandising.

Resuelto eso, espero sinceramente que en un futuro no muy lejano elijan a un líder con ideas alejadas de las supersticiones más bastas y mejores proyectos de desarrollo económico, social y cultural.

Radio misteriológica dominguera


Lo que no tuvo desperdicio fue la nochecita de domingo que nos ofrecieron los ocultistas hertzianos. Ya sabe usted que para ser un "investigador serio" es necesario colaborar en las revistas de rigor, ser amiguito de todo el paranormalerío, escribir un libro con alguna teoría descabellada o refriteando "casos" viejos y, sobre todo, tener un programa de radio nocturna (vaya usted a saber qué carajos tienen que ver esas actividades con ser "investigador", pero tales son las reglas del juego en la España de hoy, donde campea el famoseo y el tráfico de nombres hasta en el ocultismo).

En "La rosa de los vientos" de Cebrián y en "Milenio 3" de Íker Jiménez el blanco fueron los artículos de Cavanilles. En ambos intervino el periodista.

En "La rosa de los vientos", Cavanilles hubo de comunicarse él mismo por alusiones (y alusiones francamente desagradables) ya que el programa no se interesó en buscarlo, enfrentándose a la actitud lamentable de los "tertulianos" que se pitorreaban de él a carcajadas sin dejarlo hablar, interrumpiéndolo sin cesar para tratar de convertir al periodista que denuncia un hecho en "acusado" de algo, todo sea con tal de cuidar el ganado. Los patos tirándole a las escopetas.

En "Milenio 3" asistimos a algo mucho más asombroso: Íker Jiménez poniendo distancia respecto de las caras, al menos las nuevas y fingiendo un poco de imparcialidad. Me explico: es muy difícil leer todas las llamadas o mensajes SMS que se hacen a una emisión. Yo, siempre en favor de la transparencia, me las arreglaba para leer todas las llamadas que llegaban a mi programa "Muy interesante", (así llamado por convenio con la editorial de la revista en México), pero porque tenía dos horas diarias de programa. Entiendo que muchos programas deben usar criterios específicos para filtrar las llamadas. Allí se puede manipular o no, y francamente después de escuchar la emisión de anoche y los mensajes SMS elegidos para su difusión en voz de Carmen Porter, me quedo con la sospecha de que la decisión final de Íker Jiménez será reconfirmar que las caras de 1971 sobre las que escribió el consabido libro son "verdaderamente paranormales" (sin prueba alguna), mientras que aceptará que las caras de 2004 "no son paranormales" (también sin pruebas).

Con intervenciones grabadas de Cavanilles, la alcaldesa Rodríguez y Amorós, Íker JIménez casi logró fingir convincentemente algún nivel de objetividad periodística, cosa que se encargó de ensalzar hablando de "democracia" en su programa. Sería creíble de no ser porque mantiene una lista de correos con censura feroz, abierta y altanera a cargo de su adlátere Carmen Porter. Pero casi coló.

Cavanilles, investigando aquí y allá, preguntando y llegando a conclusiones, ha conseguido alborotar todo el avispero ocultista, que responde con las consabidas amenazas de querellas judiciales (era fantástico escuchar a Íker Jiménez insistir para conseguir que la alcaldesa y Amorós respondieran que sí, que iban a ir a los tribunales a acusar a Cavanilles de terribles delitos).

La furia contra los herejes


Escribía yo anoche en un mensaje al grupo de correos sin censura Charlatanes que es más que evidente que cualquier crítica les escuece excesivamente a los paranormaleros, vaya, de una manera absolutamente... ¿paranormal? Están tan cómodos con su monopolio de los medios de comunicación, se sienten con tanto derecho a hablar sin ser sometidos a análisis, están tan habituados a esa tersa homogeneidad que conmueve al verdadero dictador, que cualquier cosa que se salga de su guión es recibida como una ofensa personal y una herejía digna de tortura, excomunión, sambenito y hoguera.

No hay ningún otro aspecto de la vida social española actual tan exento de pluralidad, diversidad y libre debate. ¿No es curiosísimo? No sé, pienso en los deportes, pienso en la política, pienso en el mundo de lo judicial, pienso en el mundo de la música o la pintura... en todo encontramos en los medios voces a favor y en contra, sólo en el mundo paranormal se hace realidad ese sueño neoconservador del "pensamiento único".

Todos se agarran como a un clavo ardiendo a los "análisis" del CSIC (de pronto le dan credibilidad a la ciencia, qué raro), negándose a admitir que no son válidos los análisis de unas muestras levantadas sin ningún control científico serio. En pocas palabras, nadie sabe si las muestras de cemento analizadas por el CSIC provenían de áreas con caras, sin caras, de la casa de las caras o de la casa de Hansel y Gretel. O sea, los tan traído sy llevados análisis no prueban nada respecto a las caras.

Finalmente, tanto los cebrianistas como los jimenezeros sugirieron que el "ataque a las caras" es producto de un "complot" y recordaron la supuesta "Operación Tridente" franquista para supuestamente acallar el asunto de las caras de Bélmez en 1971.

Conspiranoia y víctimas virginales


Visto el éxito obtenido con la conspiración del silencio por parte del dictador Franco, ese otro apasionado del pensamiento único, ese otro iluminado creyente en el ocultismo, el complot organizado por su gobierno en el ocaso fue una chapuza colosal que no veo por qué alguien querría repetir. Basta ver cómo éstos siguen ordeñando la misma vaquita 33 años después. ¿Será mejor el complot en el que supuestamente está implicado Cavanilles, los autores de blogs, ARP-SAPC (organización a la que le dieron algún palo en el programa de Cebrián sin venir al caso, por pura obsesión que padecen) y todos, absolutamente todos los que se niegan a rendirse a los apestosos pies de estos vendecuentos? ¿Qué será lo que une a todos esos malvados (además de la indignación ante la mentira organizada y ambiciosa, que pienso que es la motivación de los demás y sé que es la mía)? ¿Quién se supone que paga la conspiración y dónde se supone que debemos pasar por nuestra parte quienes vivimos de un trabajo honrado y sin engañar a nadie? ¿A quién en posición de poder y dinero le interesan los devaneos lamentables de unos comerciantes del ocultismo además de interesarnos a quienes divulgamos el pensamiento crítico por vocación?

Claro, viste mucho inventarse conspiraciones. Stalin sabía de conspiraciones. Hitler también. Franco vivió de ese cuento casi 40 años. Estos ganapanes también lo saben. Tienen como ventaja que sus crédulos clientes están bien sensibilizados para creer cualquier teoría conspiranoica, y que el gritar "el lobo, el lobo" pone a los que se llenan los bolsillos en plan de heroicas víctimas, de Caperucitas Rojas del ocultismo, y de pasadita les sirve para rehuir las discusiones que tienen que ver con el engaño del público por medio de un monopolio mediático ejercido por un puñado de especímenes de la misma tribu, todos amigos, todos repartiéndose el gran pastel del negocio ocultista.

Como decía Sor Juana Inés de la Cruz:

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.


Las preguntas detrás de este tinglado son serias y merecen una respuesta más amplia y abierta que las teorías conspiranoicas de siempre que desenvainan, faltos de imaginación, los mercachifles del ocultismo. ¿Por qué se debe creer a un tipo como Amorós Sogorb, que en su currículum ha mentido más que Luis Roldán? ¿Cómo se sabe que las caras son "paranormales"? ¿Qué criterio de verdad usan para sus supuestas "investigaciones"? ¿A cuánto asciende el negocio del ocultismo en España? ¿Por qué le temen a las investigaciones hechas por comités independientes?

(Amorós, ahora, presume de que "un científico" está haciendo estudios "químicos" de las nuevas caras duras. ¿El "científico"? José Manuel García Bautista. ¿Quién es? Un paranormalólogo que no es sospechoso de saber de química, dado que es diplomado en electrónica industrial y telecomunicaciones, autor de un libro que casualmente está por publicarse en la colección "Archivo del misterio de Íker Jiménez" y que también ha simulado ser, como lo relatamos aquí, experto instantáneo en fotografía digital. Un técnico eléctrico que hace análisis químicos y fotográficos, que escribe un libro que va a publicar Jiménez, declarado amigo de Amorós, presidente vitalicio de la SEIP, organización en cuya página colabora el propio técnico y está misteriosamente a cargo de "investigar" si Amorós descubrió realmente "caras paranormales" no parece, sin duda, el investigador más confiable y objetivo que pueda encontrarse. (Dicho de otro modo, ya nos imaginamos lo que va a "dictaminar".)

A los temas serios no entran los ocultistas. Después de todo, hay que cuidar el negocio y el negocio es gordo. ¿Cuánto paga una red nacional por una hora de programa a sus colaboradores? ¿Más cuánto por los articulillos en revistas? ¿Más cuánto por los libros propios y por dirigir "colecciones" vendiendo la franquicia de marca de un nombre relacionado en la mente de las víctimas como parte del famoseo del ocultismo? ¿Más cuánto por conferencias? ¿Más cuánto por ir a programas de radio y TV, y otras presentaciones personales? ¿Más qué beneficios de viajes gratis a congresos, convenciones y aquelarres varios? Usted imagínese la suma, y verá que es lo bastante grande como para justificar el terror en el que se ha sumido la industria del ocultismo por el trabajo de un periodista disidente con las "verdades reveladas" que quieren que la gente siga tragando sin pestañear.

noviembre 28, 2004

El mentiroso, la alcaldesa y las caras duras

Actualización por la noche: Este chascarrillo se publicó hoy en Valencia, proviene de la pluma de Andrés y lo reproducimos con su permiso. Supongo que con el poco sentido del humor que caracteriza al paranormalerío, no les va a hacer gracia, pero qué le vamos a hacer.


Las dudas arrojadas sobre el asuntillo inmobiliario-turístico-comercial-esotericón referido a las "caras" de Bélmez (las nuevas, las viejas y las del porvenir), la pachanga supuestamente "investigadora" de la "Sociedad Española para la Investigación Parapsicológica" y el fantasioso e insostenible currículum de su presidente vitalicio Pedro Amorós han salido a la luz a nivel del público en general gracias a un par de artículos de Javier Cavanilles que aparecen en El Mundo hoy 28 de noviembre: Las nuevas caras de Bélmez fueron falsificadas por unos 'cazafantasmas' en complicidad con el ayuntamiento y otro en el que la alcaldesa de Bélmez se reafirma como creyente en lo paranormal La alcaldesa de Bélmez avala la veracidad del fenómeno (ambos artículos también se pueden leer aquí).

Javier Cavanilles es el periodista al que Amorós alucina que "denunció" y del que obtuvo "una rectificación pública" en algún momento dado por el artículo publicado el 22 de abril de 2002, también en El Mundo, revelando las falsedades del currículum de Amorós. O eso le gusta contar a Amorós en los foros de la SEIP donde se las da de gallo mayor de un gallinero depauperado, aunque por supuesto se trata únicamente otra alucinación del personaje, tan proclive a dejarse llevar por su feraz y feroz imaginación, pobrecillo.

Evidentemente, no hubo tal denuncia contra Javier Cavanilles ni mucho menos éste se retractó de los resultados de su investigación periodística. Al contrario, en esta nueva aproximación se reafirma en lo dicho hace dos años y amplía su investigación confirmando también lo dicho por distintos blogs y sitios Web de promoción del pensamiento crítico y libre, incluidos nosotros, en el seguimiento de las mentiras y engaños de Pedro Amorós y a la desvergüenza que parece rodear la resurrección del caso Bélmez desde principios de octubre.

Es así como se ponen en tela de juicio, justamente, con serenidad y datos, las afirmaciones descabelladas y extravagantes de quienes dicen "investigar" fenómenos que en su nebulosa mental consideran "misteriosos". A ver qué dicen al respecto Amorós y su club.

Esperemos que lo averiguado por Cavanilles, así como el Dossier Bélmez y lo dicho por los defensores del pensamiento crítico y de la verdad contra las mentiras paranormalistas destinadas a embaucar al público tenga ahora eco en otros medios.

noviembre 24, 2004

Gemelos parásitos y los alcances de la ignorancia

Los paranormalistas en general viven bajo el peligroso delirio que sólo ellos tienen derecho a hacerse publicidad.

Me explico: los paranormaleros tienen hordas de páginas web, cada una más majadera que la otra, programas de radio en los que proclaman las bondades de sus productos, revistas a tutiplén, libros numerosos que demuestran nuevamente a ojos de una humanidad incrédula, que el material más resistente del mundo es el papel, sustancia que puede aguantar toneladas de tarugadas.

En los medios de comunicación que controlan (que efectivamente controlan ante la indolencia de periodistas, ejecutivos, dirigentes y hasta accionistas), estos pillastres se sienten con impunidad de soltar las barbaridades más egregias sin soltar la carcajada. Es su derecho, aseveran.

Pero cuando se enfrentan a personas que los critican, de inmediato ponen el grito en el cielo, buscan conculcar los derechos de los críticos y se quedan en un argumento simplón y hambriento de lógica: si no les gusta el misterio, lo paranormal, los fantasmas, los platillos volantes, los monstruos, las conspiraciones peyoteras, los viajes en el tiempo, la telepatía y demás camamas del mundo del embuste organizado, pues que no lean revistas, que no entren a páginas Web, que no compren libros, pero ¿por qué carajos tienen que ponerse a criticar y a oponerse a la difusión de nuestra publicidad?

A modo de respuesta (no para los paranormaleros, que como todo el mundo sabe son herméticos a la razón, sino para la gente normal que pueda encontrarse con este argumento tan desharrapado y desnutridillo) va la siguiente historia, que vimos en un documental recientemente. Perdonarán la falta de nombres y precisiones geográficas, pero no fue sino hasta el final del documental que caímos en la cuenta de lo importante que era para la lucha contra la irracionalidad ambiciosa, y para entonces era demasiado tarde para tomar notas.

En algún país asiático debidamente depauperado, explotado y donde los vendedores de supersticiones tienen campo libre (quizás Pakistán, pero no podría apostarlo), un niño exhibía un tumor abdominal verdaderamente alarmante. Después de una valoración de médicos asombrados, se procedió a una intervención quirúrgica para remover el tumor.

El tumor era verdaderamente horrible, y lo digo habiendo hecho disección de cadáveres en medicina en la UNAM y colaborado en socorro de montaña, en algún accidente de automóvil y durante los días posteriores al terremoto de septiembre de 1985 en México, entre otras muchas cosas que me han hecho ver objetos y situaciones verdaderamente desagradables en este medio siglo.

El tumor tenía brazos, deformes, pero brazos, piernas y una larga cabellera, y estaba conectado al niño por medio de una especie de cordón umbilical mediante el cual ejercía un verdadero parasitismo en su huésped.

Algo así es como para que los vendedores de misterios escriban el consabido libro de barbaridades seudomisteriosas, pero es algo que para los médicos y científicos dedicados a la embriología es un hecho que ocurre, así sea de manera poco común, y está perfectamente explicado. Los médicos trataron de explicarle a los padres que el tejido extirpado podía ser dos cosas: un teratocarcinoma o un gemelo parásito.

La diferencia no es trivial. Un teratocarcinoma es una forma de cáncer originada en las células germinales que se presenta sobre todo en recién nacidos, un tumor que puede, sí, incluir piel, dientes, pelo y otros materiales, y que puede ser tremendamente maligno, lo que significaría para el niño de la historia el riesgo de haber conservado, pese a la extirpación del tumor, un cáncer maligno que puede seguir dañando al niño y provocando diversas metástasis.

Un gemelo parásito, por otra parte, es sencillamente un gemelo idéntico que no se formó completamente y que puede estar presente en el cuerpo de su gemelo sano de muy distintas maneras, como el famoso caso del niño indostano Laloo, cuyo gemelo (brazos, tronco y piernas) colgaba de su abdomen (siendo fines del siglo XIX, lo único que pudo hacer Laloo para vivir fue exhibirse en el espectáculo de P.T. Barnum, una especie de J.J. Benítez de la época). No se trata de un problema genético, sino de un error de origen no precisado en el desarrollo embrionario de dos gemelos idénticos, de modo que el parásito se puede extirpar del niño afectado quedando éste en situación normal y que puede reproducirse sin riesgo alguno. En el caso de este niño, el tipo de gemelo parásito se llamaría fetus in fetu o endoparásito, en el cual el parásito está totalmente contenido dentro de su gemelo bien formado.

(Por cierto, el actor cubanoestadounidense Andy García nació con un gemelo parásito en un hombro. Por cierto, también, Stephen King ha escrito alguna novela de su estilo sobre el tema de los gemelos parásitos, pero esa historia de terror es ficción y fantasía, no información.)

Los padres entendieron lo que su circunstancia les permitía entender.

Miembros de una cultura mágica y desprovistos de la educación a la que teóricamente tienen derecho cuanto personas, y siendo además pobres, de aldea y con un cuerpo de creencias bastante sólido, su conclusión fue que, o bien se trataba de un cáncer que, según sus creencias, sería "culpa" de la madre, o bien se trataba de un gemelo parásito en cuyo caso no era "culpa" de nadie.

El asunto se complicaba por el hecho de que su creencia y cultura (no recuerdo cuál era, lo siento) permitía que, en el primer caso, el padre repudiara a la madre y se hiciera humo mientras la buena señora se quedaba con el hijo a ver cómo sobrevivía mientras el potente macho sin culpa se lanzaba a buscar una doncella "adecuada" para trasladar su simiente hacia el futuro. En el segundo caso, la mujer era "premiada" con la conservación de su marido, su familia y su estatus social.

Fue llamada una experta en gemelos parásitos, que se presentó algún tiempo después en el hospital para revisar el tejido extirpado.

Aquí fue cuando me di cuenta de cuánto tenía que ver este documental con la lucha contra la irracionalidad organizada y esquilmadora de inocentes: la madre, reunida con la médico experta en gemelos parásitos, ponía la esperanza de su vida futura en manos de la mujer. "No he dormido", decía la mujer, "pensando en qué hice mal, dónde me equivoqué, por qué este castigo".

Por supuesto, de lo que dan ganas al ver a esta sencilla mujer aterrorizada y, sobre todo, sumida en la culpabilización impotente, es de ir a ella y decirle: "No importa lo que diga tu religión, tu chamán, tus creencias milenarias, tus venerables tradiciones: tú no tienes la culpa. Incluso si fuera un cáncer, tú no tienes la culpa. Y si fuera un problema genético debido a una mutación que yaciera en tus propios cromosomas, seguiría sin ser tu culpa porque todo eso es asunto de fenómenos sujetos al azar y a leyes naturales que no tienen nada, absolutamente nada que ver con el pecado, con la ira de los dioses, con el puto karma ni con la voluntad de nadie, dios, demonio o persona".

Por supuesto, decirle eso sería como hablarle en un idioma extraño. El mundo, su sociedad, sus medios, han instalado en ella un condicionamiento extremadamente difícil de romper.

La experta procedió a la revisión del tejido extirpado. Nada como para verlo mientras uno está cenando. Determinó rápidamente que no se trataba de un amasijo desordenado de células como sería el caso de un teracarcinoma, sino que había en él el orden de un ser. Las palabras de la doctora eran inquietantes: "Esto al parecer quería ser un ojo, y detrás de este pliegue de algo que quería ser un rostro está el otro ojo..."

Un gemelo parásito.

La noticia, para la mujer afectada, la madre, fue recibida con un agradecimiento que, sin embargo, iba dirigido más a alguna deidad o fuerza preternatural que a la médico. Lo que la médico estaba diciendo sonaba a oídos de los padres como una sola frase sencilla: "La madre no tiene la culpa", y ello significaba, en toda su amplitud, quitarle el baldón de anormal al hijo (al menos en parte) y, sobre todo, permitir que la unidad familiar siguiera adelante, que se eliminara la posibilidad de un dolor y sufrimiento enormes y que la buena mujer pudiera seguir satisfaciendo su función social de parir hijos para perpetuar a su marido (sin recibir ningún crédito por perpetuarse a sí misma, por supuesto).

A mí me parece evidente que tal ignorancia es indignante, que el sufrimiento de esa mujer buscando en sí la "culpa" de lo ocurrido es fácilmente prevenible.

Me parece igualmente evidente que es indispensable seguir luchando para que la educación científica, crítica y libre llegue a todos los seres humanos de manera oportuna, lo que implica también la lucha contra la difusión impune del pensamiento mágico.

No una educación "tradicional" con las patrañas, supersticiones y creencias irracionales de otros tiempos.

No una educación dominada por fanáticos religiosos que pretendan negar hechos como la evolución de las especies.

No una educación en la que Aramís Fúster, Bruno Cardeñosa, Walter Mercado, Íker Jiménez, Esteban Mayo, Javier Sierra, Santi Molezún, Jaime Maussán, Shaya Michán, Pedro Amorós, Rappel, Carlos Trejo, Paco Porras y otros miembros de la misma manada puedan hablar sin estar sujetos a la misma crítica y análisis a la que están todos los demás seres humanos.

Lo siento, a mí no me basta pasar de largo ante las páginas Web llenas de estupideces de los paranormalistas, ni me basta no comprar sus revistas y libros, ni me puedo conformar con fingir demencia al verlos depredar la inteligencia y la buena disposición (cuando no los problemas emocionales) de sus víctimas.

Algunas personas sentimos que difundir las críticas a las patrañas de estos personajes, confrontar sus tonterías con hechos, desvelar sus mentiras, exhibir su ignorancia y su mala fe y promover activamente el conocimiento certero y el pensamiento crítico es una obligación de quienes hemos tenido la enorme suerte de tener maestros que nos enseñaron a pensar antes que a repetir datos, de tener acceso a libros informativos y críticos, de habernos tropezado, acaso por suerte, con otros que en su momento se opusieron a otros charlatanes igual de desvergonzados.

Una obligación moral que es agradecimiento a quienes nos salvaron de ser babeantes adoradores de mamarrachos impresentables, pero, sobre todo, una cuestión de principios.

Dejémoslo aquí para que los paranormalólogos que suelen visitarnos vayan ahora a pedir prestado un diccionario para que averigüen qué coño es eso de los "principios".

noviembre 16, 2004

Los fantasmas de la opereta

Hace unos cien días, Pedro Amorós Sogorb, capitán del buque corsario del ocultismo llamado "el" SEIP, me amenazó con una querella criminal porque, en ejercicio de mi libre expresión y opinión, me atreví a poner en tela de juicio sus afirmaciones respecto de un disco compacto milagroso que grabó y vende en la página de su organización.

Poco antes, Íker Jiménez deslizaba que estaba a punto de mandar a todos los abogados de la Cadena SER contra quienes, en ejercicio de su libre expresión y opinión, habían difundido que su "noche de misterio" era en realidad una "alerta ovni".

Ahora toca a Bruno Cardeñosa, especializado en ovnis (y ahora también activo en otro tipo de trash-journalism siguiendo los pasos de su mentor), usar a la justicia como sábana de fantasma para tratar de amedrentar a sus críticos, en este caso a los ovnílogos escépticos Luis Ruiz Noguez (México), Diego Zúñiga (Chile) y Kentaro Mori (Brasil) que, en ejercicio de su libre expresión y opinión, editan la página Web Perspectivas, con una denuncia por delitos imaginarios que no sólo es jurídicamente estrafalaria, sino que muestra una vez más el verdadero rostro autoritario y atrabiliario de los gurúes de las protosectas que se reúnen alrededor de programas de radio, revistas y asociaciones de "investigación" de alguna rebanadilla del ocultismo.

Marco teórico, por decir algo


Si una persona hace en los medios una afirmación aventurada (como que tiene grabados ruidos que son en realidad "voces del más allá", o unas figuras en el cemento que son "de origen paranormal", o que existe el "bigfoot" y es un neandertal sobreviviente de la extinción, o que se ve "un fantasma" en la película Three Men and a Baby, que en español se llamó "Tres hombres y un bebé" o algo así), no debería sorprender a nadie que haya quien dude de tan aventuradas afirmaciones y los desafíe a que las prueben.

Si dicha persona dice tonterías, exhibe ignorancia o difunde mentiras mientras se esfuerza por atraer la atención de los medios para vender algún producto, (libros, revistas, programas de radio, cedés milagrosos), no debería sorprenderle que haya otras personas que subrayen, hagan notar o divulguen las tonterías, la ignorancia o las mentiras en cuestión.

Es lo jodido de ser un personaje público: si es difícil controlar a los medios hasta siendo presidente, ya no digamos lo duro que es teniendo como ocupación la de buhonero de mamarrachadas ocultistas.

Todo esto ocurre en el terreno de las ideas y las opiniones diversas. Se discuten afirmaciones extravagantes, ignorantes o mendaces, se presentan contraargumentos y datos, se afirman opiniones personales. La forma lógica y pertinente de enfrentar a los críticos en estos casos es, precisamente, ofrecer las pruebas y argumentos que sustenten las afirmaciones, demostrando así que no son extravagantes, ignorantes o mendaces, y de paso poniendo en ridículo al crítico.

No deja de ser extraño, por ende, que en lugar de debatir en el mundo de las ideas y del conocimiento certero, en vez de abrir sus foros censurados a la crítica para poner en su sitio a los críticos, o de acudir a otros foros donde no hay censura alguna para entrar en el enfrentamiento dialéctico y racional, estos personajes acudan, cual contertulios de la televisión más basurera, a las amenazas de denuncias, demandas, querellas y otras herramientas judiciales.

Más extraño sería, para quienes no conozcan de qué pasta están hechos estos angelitos, que se pasen la vida haciéndose las víctimas de una ciencia malévola y "dogmática" que les "cierra las puertas" cuando ellos son los primeros censores y cierrapuertas. O que sean capaces de soltar sin que se les caiga la cara de vergüenza cosas como ésta, que ofreció Bruno Cardeñosa en una especie de autoentrevista o algo similar que aparece en el sitio Web donde labora, "Mundo misterioso" a raíz del lanzamiento al mercado de su ladrillo El código secreto: "A mí nadie me va a juzgar ni condenar por mi libro, porque afortunadamente existe la libertad de expresión".

¡Viva la libertad de expresión!, parece gritar Bruno, pero sólo la mía, que de juzgar, condenar y joder la de los demás me encargo yo.

¿En su escuela de periodismo le habrán hablado de la ética?

Bruno Cardeñosa contra Perspectivas


En la página Perspectivas, Luis Ruiz Noguez, uno de los más serios ovnílogos críticos de México y con una trayectoria tan larga como limpia, publicó el artículo La esfera luminosa con humanoides de Andorra, en la que se habla de un episodio en el que dos muchachos videofilmaron un fenómeno natural llamado Espectro de Brocken y trataron de hacerlo pasar como "misterio". Se narra que Bruno Cardeñosa afirmó que la policía de Andorra obligó a los jóvenes, como corresponde a los rollos conspiranoicos, a firmar un documento en el que afirmaban que todo era un montaje, cosa que era innecesaria tratándose no de una nave extraterrestre con un humanoide, sino de un efecto óptico bien conocido.

Dado que Cardeñosa no hizo referencia al Espectro de Brocken en el artículo respectivo (y habiendo tenido ¡nueve años! para enterarse y rectificar), Luis Ruiz Noguez afirma con exceso de cortesía que este periodista metido a investigador de "misterios" es un ignorante. (Y que un ovnílogo no conozca ese fenómeno y no lo pueda identificar es, agregaría yo, lamentable.)

Para sustentar su dicho en fuentes (palabra que no le debería sonar rara a Bruno Cardeñosa), al final del artículo se añade la nota que Manuel Borraz mandó en su momento a Cuadernos de ufología en la que cita lo dicho por Cardeñosa, sobre la supuesta acción de la policía de Andorra respecto del artículo que sobre el tema publicó Cardeñosa en Año Cero nº 65 allá por 1995. Por supuesto, las aclaraciones que en su momento se le hicieron a Cardeñosa y a la revista en la que cobraba, no fueron publicadas ni mencionadas nunca.

¿Hacía falta amenazarlos con denunciarlos para que rectificaran?

Tal es la autoridad moral de éstos para amenazar a otros con la ley cuando publican cosas que no les gustan.

Por supuesto, bastaba que Bruno Cardeñosa demostrara que había hecho referencia al Espectro de Brocken en su articulillo, que demostrara que no había dicho que la policía había presionado a los testigos para que firmaran tal papel o que exhibiera su oportuna retractación para que en justicia solicitara o, si le pluguía, exigiera perentoriamente que la aclaración correspondiente se hiciera constar en la misma página donde se publicó el artículo de Ruiz Noguez y la nota de Manuel Borraz. Obligación de Ruiz Noguez y de los editores de Perspectivas hubiera sido, sin duda, incluir la aclaración y permitir que cada lector se formara su propia opinión.

Pero, oh hermanitos, eso es mucho pedir.

Lo que hizo Bruno Cardeñosa fue avisar de inmediato a los editores de Perspectivas que llamarle "ignorante" era una "calumnia".

Esto revela, por supuesto, que Bruno Cardeñosa es un ignorante en cuestiones de leyes, ya que el Código Penal español dice en su artículo 205: "Es calumnia la imputación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad". Como ser "ignorante" no es delito, señalar que esa cualidad adorna al ignorantísimo Bruno Cardeñosa no constituye "calumnia" alguna.

A ojos de la ley del Distrito Federal donde radica y escribe Luis, tampoco se tipifica el delito de calumnia en este caso ni comiéndose dos kilos de peyote. (Para educar más a Cardeñosa, le dejo la URL del Código Penal del Distrito Federal, recientemente reformado, para que se estudie el Título Cuarto, "Delitos contra el honor", en sus capítulos I "Difamación" y II, "Calumnia".) Para sorpresa de nadie, en México, "calumnia" también es la imputación falsa y dolosa de un delito, no solamente definir con precisión casi matemática como ignorante a Bruno Cardeñosa.

Pero Bruno cree que las leyes españolas y mexicanas protegen contra la crítica a los mentirosos, escandalosos, amarillistas y falsarios, y por ello ruega "encarecidamente" que se suprima el calificativo y se cambie lo dicho por lo que dice Bruno que dijo (no se ocupa en demostrarlo, claro) o pondrá el asunto en manos de su abogada para proceder contra los malosos.

Lo que sí está debidamente protegido por las leyes mexicanas y españolas es, precisamente, la libre expresión de las ideas y de las opiniones que Bruno tan audazmente defiende cuando se trata de sus propios escritos y que escamotea a los demás mostrando sus disonancias cognoscitivas.

La Constitución Española, en el Artículo 20.1.a protege el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

Eso protege a los editores de Perspectivas, al autor Luis Ruiz Noguez, a todo el mundo en España y a Bruno Cardeñosa (por suerte para él, que si no la Policía de Andorra bien podría haberle reclamado judicialmente el que les imputara el delito de coacción a testigos). Y de pasadita protege al sistema judicial de denuncias y querellas frívolas o afiebraditas.

En México, donde radica y escribe Luis Ruiz Noguez (es decir, que no está bajo jurisdicción de las leyes españolas), la cosa no mejora para las amenazas tilingueras de Bruno, que en materia de leyes mexicanas es un ignorantazo. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 6 establece: La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público, mientras que el artículo 7 establece: Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquiera materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública.

Así, el correíto de Bruno Cardeñosa a Perspectivas no pasa de ser otra amenaza fantasma de otro vendedor de chucherías ocultistas que busca asustar, preocupar, amedrentar y, si posible, aterrorizar para callar a quienes descubren las barbaridades que cualquier rascahuele se atreve a escribir con todo descaro aprovechando su monopolio de los medios.

Espíritu censor, no otra cosa, parece mover a esta gente que ante el menor riesgo de tener que presentar pruebas, datos y hechos en un diálogo abierto que no controlen desenfundan a su abogado como si ellos tuvieran al único del pueblo.

Mucho trecho media entre Fantasma de la ópera a los fantasmas de la opereta que padecen los medios, sus melopeas de arrogancia vana, sus amenazas cantamañanas y sus arias de chapuzas.

noviembre 15, 2004

Los secretos de la ouija ja já

Tablero de Ouija
(imagen D.P. de Mijail0711, vía Wikimedia Commons)
El tablero de la ouija sería sólo un juego seudoespiritista más de no ser porque, desde sus inicios (y sin prueba alguna, hay que añadir), se le ha adjudicado no sólo el asombroso poder de comunicarse con supuestos espíritus o fuerzas preternaturales, sino que puede volver locos a quienes participan en una sesión con ella.

(Entra música de miedo como la que ponen los programas de radio ocultista cuando el presentador informa que se le pusieron los pelos de punta y cosas así.)

Este mito convierte a la ouija en un objeto muy atractivo, especialmente para los jóvenes. En la adolescencia todos pensamos que somos inmortales e invulnerables, y nos da (a casi todos) por tentar nuestra suerte de diversas maneras: el exceso de velocidad en auto o motocicleta, el jugueteo a grandes alturas, la visita nocturna a cementerios o la práctica de una sesión de ouija y otras tonterías.

Los que tuvimos suerte y no logramos matarnos pese a nuestras tarugadas juveniles, sobrevivimos para seguir dando lata y, a veces, hasta nos damos cuenta de cuán afortunados fuimos y qué tan burros podíamos ser en aquellos tiempos dorados.

Entonces, la ouija atrae a los jóvenes como los atrae todo lo prohibido. Y esto bien lo saben los charlatanazos que siempre tienen una sección dedicada a la ouija en los sitios Web en los que promueven sus mercaderías, periódicamente la mencionan en sus revistas, y nunca dejan de mencionar el "peligro" de volverse loco, ser poseído por algún espíritu, demonio o diablete o, cuando menos, ser engañados por las inteligencias extraterrestres con las que entramos en contacto telepático (puestos a inventar barbaridades, los "parapsicólogos" no tienen límite).

El único peligro que nunca mencionan es el más evidente: que los jóvenes se traguen el embuste y empiece a admirar acríticamente a algún gurú de una protosecta, además de invertir sus pocos euros en la compra de libros absurdos, revistas engañosas y otros productos del maravilloso mundo del consumismo paranormal.

Veamos de dónde sale la ouija, para empezar.

Breve historia de un juego novedoso


Los vendedores de maravillas fementidas disfrutan mucho hablando de misteriosos orígenes de la ouija en el siglo VI antes de Cristo, ya que cualquier cosa antigua tiene para ellos un gran valor. Pero en realidad el tablero de la ouija fue inventado por Elijah Bond y comercializado por la empresa de Charles Kennard en la década de 1890, cuando la locura espiritista estaba en todo su apogeo.

A Bond se le ocurrió que ésta era una forma divertida de "comunicarse con los espíritus" bastante menos complicada que los sistemas de "escritura automática" en boga por entonces y con los que lo más que se podía colegir era que los espíritus tenían una caligrafía lamentable. Otro caso era que los "médiums" más avezados podían hacer que se inclinaran o levantaran mesas, hazaña mucho más impresionante que deslizar una planchita. Por alguna causa, era más fácil lo de la planchita.

La antigüedad "egipcia" que se le adjudica al jueguito proviene de que, según Kennard, "ouija" significa "buena suerte" en egipcio antiguo. ¿Cómo lo supo? Le preguntó a la ouija. ¿Es cierto? En lo más mínimo. "Ouija" no quiere decir "buena suerte" en ningún idioma.

Como fuere, Kennard obtuvo una patente del inventajo el 10 de febrero de 1891 (cuando llevaba ya un año vendiéndolo), pero el negocio iba mal y le faltaba plata, de modo que perdió la empresa y la patente, que acabaron en manos de su exempleado William Fuld. La Kennard Novelty Company se convirtió en la Ouija Novelty Company y Fuld se ocupó de darle más emoción al negocio inventando que el nombre del tablero era más bien oui-ja y significaba "sí-sí", pues oui es "sí" en francés y ja es "sí" en alemán, explicación que al parecer se sacó de la manga para darle un toque "europeo" a la fabulilla. La familia de Fuld explotó el negocio, hasta que los herederos, ya en la segunda mitad del siglo XX, vendieron la patente del tablero a Parker Brothers, la mayor productora de juegos de mesa del mundo (y dueña de la patente del Monopoly).

El tablero de la ouija es esencialmente un rectángulo de madera o cartón en el que están dispuestas las letras del alfabeto en dos arcos, los números del 1 al 0, las palabras "Sí" y "No" en las esquinas superiores y las palabras "Hola" y "Adiós" en las esquinas inferiores. Sobre el tablero se usa una planchita (o planchette en francés) con tres patitas cubiertas de fieltro que se desliza más o menos fácilmente sobre el tablero. Los participantes en el juego ponen los dedos sobre la planchita (muy suavemente, se indica siempre), hacen una pregunta y la planchita se mueve deletreando la respuesta.

Quienes no quieren comprar la versión comercial hacen una serie de tarjetitas con letras y números, las ponen en una mesa y en lugar de planchita usan un vaso para deletrear. A eso, los entendidos (desvergonzados) le llaman "vasografía".

El asombroso comportamiento de la ouija


Originalmente diseñada para dos personas, se puede "jugar a la ouija" con varias personas más, tantas como dedos puedan ponerse sobre la planchita. Las instrucciones hacen hincapié en que los dedos apenas deben rozar la tal planchita, sin ejercer presión que pueda impedir su libre movimiento. Alguien hace una pregunta y la planchita deletrea la respuesta, o da los números, o dice "Sí" o "No".

Lo que se nos vende como "gran misterio" es que parece que la planchita se mueve sola, lo que los buhoneros del cuento venden genéricamente como "la mueven los espíritus", aunque para eso hay, como veremos, explicación suficiente. Los verdaderos grandes misterios de la ouija son los siguientes:


  • los espíritus siempre hablan en un idioma que entienden los participantes, jamás aparece un espíritu que no sea políglota
  • los espíritus parecen estar muy dispuestos a responder a preguntas más o menos esotericonas, pero cuando se les pregunta, por ejemplo, un desarrollo matricial matemático que permita describir el comportamiento de un universo de 11 dimensiones o se les piden datos históricos sobre los celtas o los etruscos, son sumamente poco afectos a responder


  • los tales espíritus nunca demuestran tener un conocimiento superior al de los participantes; si ninguno de los participantes sabe, por ejemplo, el nombre del primer tlatoani (o emperador) azteca (Acamapichtli), los espíritus tampoco lo saben (esto suelen negarlo los sitios ocultistas, y hablan de que "muchas veces" la ouija da información que no conocen los participantes, pero nunca dan un ejemplo de tan asombrosa información)


  • si los participantes en el juego no pueden ver las letras y números, el movimiento de la planchita pasará a ser aleatorio, y no deletreará nada inteligible en ningún idioma.

  • Estos misterios son lo bastante llamativos como para darnos una pista indicando que lo más probable es que los que responden las supuestas preguntas y mueven la tablita o indicador son, precisamente, los participantes en el jueguito.

    Y eso es lo que dicen quienes se han ocupado de estudiar este "misterio".

    El tremebundo "efecto ideomotor"


    Nos gusta pensar que controlamos perfectamente los movimientos de nuestro cuerpo, al menos los de nuestros músculos estriados (excepto el corazón, claro).

    Pero no es cierto.

    Nuestros músculos están sujetos a varias influencias al mismo tiempo, una de las cuales es nuestro control consciente. El cansancio, la gravedad y muchos otros elementos pueden hacer que, por ejemplo, nuestra puntería sea lamentable.

    Fue en 1852, cuando William B. Carpenter, estudiando precisamente el zahorismo (práctica de buscar agua con uno o dos palitos), propuso que los movimientos musculares se podían iniciar por efectos de la sugestión, más allá de la voluntad consciente.

    Hay un experimentillo que sirve muy bien para comprobar esta hipótesis de Carpenter.

    Fabríquese un péndulo. No hace falta ir a una tienda esotérica a adquirir un péndulo de cuarzo con cadena de plata mistificada con el aura de la gnosis tántrico-egipcia, sino que basta con cualquier peso atado a un hilo de unos 15 cm. de largo. (Es cierto, sin embargo, que un péndulo de aspecto "profesional" y "misticón" puede ser más efectivo para personas más proclives a la sugestión.)

    Lleve el péndulo a una persona y dígale, con toda la certeza que pueda fingir, que dicho péndulo es un detector de mentiras eficacísimo. Explique que debe sostener el péndulo con el índice y el pulgar, el brazo más o menos extendido, y deje muy claro que cuando la persona diga la verdad, el péndulo se moverá en línea recta, pero cuando diga una mentira, el péndulo se moverá describiendo un círculo. A continuación, hágale algunas preguntas a la persona pidiéndole que mienta en algunas respuestas y vea cómo su sujeto se asombra al descubrir que, sin que él o ella esté conscientemente moviendo el péndulo, cuando dice la verdad el péndulo se mueve recto y cuando miente se mueve en círculo.

    Luego vaya con otra persona (alguien que no haya visto el primer experimento, obviamente), y dígale exactamente lo mismo, con el siguiente cambio: que cuando la persona diga la verdad, el péndulo se moverá en círculo y, cuando mienta, se moverá en línea recta. Su sujeto se sorprenderá igual que el anterior, porque cuando responda la verdad el péndulo describirá un círculo y cuando mienta se moverá en línea recta.

    En la mayoría de los casos, lo que usted diga influirá en los resultados, en el movimiento del péndulo. Inténtelo con varios sujetos.

    ¿Qué pasa? Evidentemente el péndulo no tiene la más remota idea de cuándo una persona dice la verdad o miente, faltaba más. Pero al darle las instrucciones a su sujeto experimental, usted condiciona el movimiento involuntario de los músculos de la persona, de modo que ella hará, sin estar consciente de ello, que el péndulo se mueva según lo que usted haya dicho. Está usted viendo en vivo y a todo color el "efecto ideomotor".

    Si junta usted a dos o tres personas y les dice que la planchita se moverá, la planchita se moverá en la mayoría de los casos. Si les dice que deletreará palabras, todos buscarán palabras (la planchita "se detiene" primero en la "N" y luego sigue moviéndose, y todos colaborarán para llevarla a una vocal, sin permitir que se detenga en la "R" y luego en la "Y", deletreando algo sin sentido; si la vocal es la "A", todos irán dejando que la planchita se mueva hasta llegar a una letra que sea lógicamente la siguiente (desde la "D" de "nada" hasta la "U" de Nauru, si viene al caso).

    Esto ocurre, claro, cuando quienes juegan lo hacen con honestidad. En otros casos, es evidente que el director del juego mueve la planchita con todo descaro para impresionar a su público.

    El efecto ideomotor, de hecho, es un elemento de gran importancia en la explicación de muchos fenómenos supuestamente paranormales, incluidos, según los estudios de Ray Hyman, la "comunicación facilitada", la "kinesiología aplicada", la "sugestión hipnótica", y algunos aparatos de la seudomedicina como el "detector de radiación Toftness" que usan los curanderos de la quiropráctica o la "caja negra" de la radiestesia y la radiónica (formas recientes de charlatanería médica).

    La interpretación de la sesión


    Obviamente, en un ambiente tenso, de "misterio" como el que suele rodear a las sesiones de ouija, especialmente entre jóvenes buscando misterios, cualquier respuesta, por absurda que pudiera sonar en otro contexto, puede ser reinterpretada para dar la impresión de profundidad o esoterismo. Siempre habrá alguien dispuesto a "explicar" lo que "quiso decir" el "espíritu" (o extraterrestre o ángel o telépata o demonio o cantautor o lo que fuere).

    Y es que, precisamente, la diversidad de supuestas "fuentes" de las respuestas de la ouija permite que se "explique" prácticamente cualquier respuesta: si es certera o es un engaño, o es esquiva, o es malévola. En cualquier caso, un "parapsicólogo" puede "explicar" cualquier respuesta inventándose una "entidad" que sea supuestamente responsable de la comunicación.

    Sin embargo, el hecho real es que Parkers Brothers ha fabricado y vendido más de ¡dos millones de tableros ouija!, sin contar los muchísimos tableros más que se han producido y vendido y usado sin respetar la extraña patente de que disfruta esta megaempresa.

    Si consideramos que cada tablero ha sido usado en promedio sólo dos o tres veces para hacer una "sesión", hay al menos cinco millones de sesiones de ouija sin que se haya obtenido información fuera de la experiencia de los participantes y sin que se haya demostrado en modo alguno el origen preternatural, externo, telepático, telequinésico o peripatético de las respuestas. En la realidad, en ninguna sesión ouija ha ocurrido nada excepcional como no sean los efectos de sugestión que puede tener sobre algunas personas.

    No hay ningún dato que nos haga creer que las respuestas que ofrece la ouija provenga de otro lado que no sean los propios participantes, incluso las respuestas más ofensivas, desagradables y emocionalmente cargadas, estarían reflejando las emociones y, sobre todo, los miedos de quienes están inmersos en el juego.

    Los peligros de la ouija


    Todo "parapsicólogo" que se respete advertirá de los peligros de la ouija para hacerla más atractiva a sus clientes (o fieles o creyentes o candidatos a trasquilaje o potenciales adoradores). Hablará del peligro de "posesiones" o de cosas aún más atroces, y observará adustamente que en algunos casos la gente "se ha vuelto loca" al usar la ouija.

    Hay en realidad dos casos que se citan con frecuencia. En 1971, Susy Smith, en su libro Confessions of a Psychic (Confesiones de una psíquica, el solo título ya nos da una idea de su posición objetiva y equilibrada sobre el tema) afirma que el uso de la ouija le provocó perturbaciones mentales. La pregunta, claro, es si dichas perturbaciones no estaban ya presentes en doña Susy al grado de que se creyera "psíquica" y usara una ouija con un tremendo temor debido a sus creencias en lo preternatural. Por su parte, en el libro Thirty Years Among the Dead (Treinta años entre los muertos, de 1924, otro título revelador), el doctor Carl Wickland afirma que el uso de la ouija "dio como resultado una locura tan brutal que el internamiento en asilos se hacía necesario".

    Ciertamente son declaraciones potentes, pero no se puede dejar de pensar que los casos de "locura" o "posesión" son tan pocos en relación con los millones de ouijas y las millones de sesiones realizadas con ellas que es difícil establecer una relación causal entre el uso del juguete y la locura. Probablemente cualquier persona impresionable y proclive a la sugestión, algo creyente y no muy estable mentalmente, pueda expresar más fácilmente su perturbación mental en un entorno tenso relacionado con el ocultismo, lo cual nos dice más acerca de estas personas que de las prácticas ocultistas en particular.

    Los peligros de la ouija son los peligros que tiene todo el ocultismo sobre la gente poco equilibrada, sugestionable y deseosa de encontrar respuestas en un mundo confuso. Es un peligro real pero que nada tiene que ver con los poderes o energías de un trozo de madera con letras impresas en él.

    Quizá lo más revelador de las verdaderas posibilidades que tiene la ouija de ofrecer datos reales e importantes para sus usuarios (y sus posibles riesgos) sea un experimento que hace todos los años Larry Barrieau, profesor de ciencias de la tierra para alumnos de séptimo grado (primero de secundaria) en una escuela estadounidense.

    Después de comentar temas paranormales con sus alumnos y averiguar quiénes han tenido "tremendas" experiencias con la ouija, hace que traigan un tablero ouija "que sí funcione" y selecciona a los dos más entusiastas creyentes para el experimento.

    Los dos alumnos se sientan uno frente a otro. Otros dos estudiantes sostienen una tabla bajo las barbillas de los participantes para que éstos no puedan ver sus propios regazos. El profesor coloca la ouija en los regazos de los chicos de modo que no sepan la orientación del tablero, se pone la planchita y se colocan los dedos de los dos experimentadores sobre ella. Otro alumno anota dónde se detiene la planchita cada vez que los dos participantes indiquen que se ha detenido.

    El profesor hace una única pregunta como: "¿Dónde nació la abuela materna del profesor Barrieau?", y la respuesta correcta, guardada en un sobre, se mantiene en el bolsillo del profesor.

    Luego el profesor apuesta en serio: le ofrece a todo el grupo que si la respuesta es correcta, les dará a todos un 10 (o un sobresaliente, o una A) para todo el año y no tendrán que volver a la clase, con lo cual consigue la absoluta atención de todos los alumnos.

    Uno de los dos participantes recibe la pregunta y se la hace a la ouija. Cuando ambos participantes están de acuerdo en que se ha dado la respuesta, el profesor Barrieau le da el sobre con la respuesta al alumno encargado de anotar las letras. La respuesta se anota en el pizarrón (o encerado) y, debajo de ella, se escribe la respuesta dada por la ouija.

    Evidentemente, nunca, ningún grupo del profesor Barrieau ha obtenido un 10 general.

    Supongo que un parapsicólogo dirá que a las escuelas sólo van los espíritus muy tontos.

    Supongo que es evidente que si los alumnos hubieran apostado, por su parte, a ser reprobados (o suspendidos) si la respuesta era incorrecta, habrían corrido un gran peligro con la ouija.

    Supongo que cada quién llegará a sus propias conclusiones.

    noviembre 12, 2004

    El fantástico mundo del circo de las caras de Bélmez

    Una casa, dos casas, quince casas... ¡todas las casas!

    La democracia y el sentido de la equidad, la justicia y el recto reparto de las utilidades por turismo están produciendo caras en Bélmez a tutiplén.

    Según han informado los participantes de la la lista de correo "charlatanes", desde que "el" SEIP anunció el traslado del misterio de las caras de Bélmez a un inmueble económicamente más accesible para el ayuntamiento, es decir, en un mes, más o menos, ya van como 15 vecinos que han ido descubriendo asombrados que en sus casas también aparecen "caras" en el piso y la pared, según informa, ya con un ligerísimo toque de escepticismo, Ideal Digital.

    Ahora, el "escéptico" es, claro, Pedro Amorós Sogorb, que empieza a suponer que quizá ésas, que él no controla, no son verdaderas caras paranormalísimas, sino que la gente ve caras donde no las hay interpretando dos manchitas como ojos y cosas así. A esto, el superexpertazo le llama "causas geltásicas".

    La "geltasia", como la "teleplastia", es un invento de Amorós producto de su ignorancia sobre la teoría de la "Gestalt" como corriente psicológica que no tiene nada que ver con esto (se refiere a la percepción del todo a partir de sus partes, por ejemplo, de la percepción que nos da un libro en general cuando lo hemos leído, como resultado de los personajes, la historia, los hechos narrados, etc.) pero ¿verdad que suena como si supiera de lo que está hablando?

    Los miembros de la mencionada lista de correos, de donde surgió la iniciativa del comunicado a los medios que seguimos invitando a todos a que firmen, han empezado igualmente a descubrir "teleplastias" en pañales, detrás de la freidora y en multitud de sitios. Esto se enlaza sin duda alguna con el fantástico descubrimiento de Los gatos de Bélmez y la fantástica ¡teleplastia de Lenin!, no se los pierda.

    ¿Qué harán Pedro Amorós y su club de admiradores rendidos ahora, cuando parece que perderá el control del "fenómeno" que le da acceso a los medios y oportunidades de sentirse más importante?

    El problema principal es el siguiente, y se lo dejamos a usted y a Amorós para que lo resuelvan: ¿Cómo se sabe que unas manchas que parecen una cara son "genuinas teleplastias" y cómo se sabe que otras manchas que parecen una cara son pareidolias (no "geltasias", por Taranis) o, simplemente, manchas aleatorias?

    ¿Cuál es el criterio de verdad que utilizarán los autoproclamados "parapsicólogos" para separar el supuesto grano de la paja?

    Porque ése ha sido el problema desde el principio, desde que aparecieron las primeras caras en Bélmez en 1971: los vendedores de milagros decretaron que el origen de las caras era "paranormal", pero nunca se dignaron explicarnos a nosotros, simples mortales, cómo saben que son paranormales y, muchísimo menos, se han ocupado de probar que son paranormales.

    Ahora, enfrentados a las consecuencias de su propio desaseo e implicación en asuntos de compras de casas por parte de un ayuntamiento con la brújula perdida, venta de souvenirs y atracción de "miles" (aseguran) de turistas a Bélmez de la Moraleda, quizá, sólo quizá, los autodesignados "investigadores" se deban enfrentar a la exigencia que se les ha hecho durante tantos años.

    Del lado de las apuestas, yo apuesto a que no enfrentarán ese tremendo desafío intelectual y pasarán a la desacreditación (amable, cortés, siempre estudiadamente educada y cameladora, basada en que son "expertos" e "investigadores" y por tanto hay que creerles sin dudar) de las casas que no sean "casas de caras duras oficiales de 'el' SEIP".

    Pero si la cosa los sobrepasa, procederán a declarar que el fenómeno se ha extendido como los hongos después de la lluvia debido a una confluencia de energías psíquicas que tiene su epicentro en Bélmez, el pueblo más misterioso desde los etruscos.

    Lo que no harán será investigar con seriedad el fenómeno.

    Falta ver cómo se tomarán esto los medios el día de mañana. Entretanto, si quiere mantenerse al día, no deje de visitar la lista "Charlatanes" y no deje de firmar el comunicado que el día 20 se hará llegar a todos los medios españoles e internacionales acreditados en España.

    noviembre 09, 2004

    Hágase oir ante el embate de lo irracional

    Muchas personas se han sentido muy molestas porque los medios de comunicación españoles han tratado como verdad incuestionable las afirmaciones de "el" SEIP y de su capo Pedro Amorós respecto de la nueva casa de las caras de Bélmez, y la información se ha difundido de manera acrítica, amarillista y desaseada.

    Algunos sentimos que más que ver las caras de Bélmez, los medios nos han visto la cara a todos en complicidad con los promotores del paranormalismo y la antirrazón.

    Algunas personas hemos protestado individualmente ante los medios. En la gran mayoría de los casos, los medios se han limitado a fingir demencia y a ignorarnos olímpicamente.

    Por lo mismo, la gente que participa en la lista de correos El retorno de los charlatanes: el grupo ha propuesto exigir colectivamente a los medios que ofrezcan una información equilibrada sobre esto, con todas las posiciones existentes sobre el fenómeno, de una manera ética y honesta.

    Se está creando un dossier informativo sobre la historia y desarrollo del cuento de Bélmez, con escritos de diversos críticos de la explicación "paranormal" de las caras, viejas y nuevas. Dicho dossier se publicará oportunamente en distintos lugares, incluido este blog y otros varios.

    El dossier se enviará también a los medios informativos acompañado de un comunicado para el cual se están recogiendo firmas que expresan la inquietud que algunos tenemos por la promoción del ocultismo en la que se han implicado los medios informativos.

    Si usted comparte esta indignación ante la forma en que los medios han dado publicidad gratuita a quienes promueven la superstición "paranormal", lo invito a que visite el comunicado "Por el derecho a una información crítica en temas científicos" y, si está de acuerdo con su contenido, lo firme electrónicamente e invite a otras personas a conocerlo y firmarlo, si lo desean.

    Que quede claro que no se propone censurar el derecho de los paranormalólogos a difundir sus delirios descabellados y sus opiniones quiméricas (lo hemos dicho y lo repetimos: los censores son los gurús de las protosectas ocultistas, como Pedro Amorós e Íker Jiménez, que le temen más que a nada al debate abierto de sus extravagantes proposiciones), sino se exige que junto con tales ocurrencias se le ofrezca también al público una visión que las equilibre y contextualice, así como que se tenga un aseo informativo que no convierta en "científicos" a periodistas y agentes de seguros dedicados al autobombo mentiroso.

    Quejarse en silencio es hacerle el juego a los negocios de estos majaderos y a su captación de adeptos.

    noviembre 08, 2004

    ¿Y usted cómo sabe que los magos hacen trucos?

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    El mago pone a su guapa asistente en una plancha debajo de una sierra eléctrica circular de más de un metro de diámetro que gira furiosamente. Quizá corta algún trozo de madera para constatar el poder destructivo del gigantesco dispositivo.

    La sierra eléctrica baja de manera dramática hacia el vientre de la guapa asistente hasta que la toca.

    La mujer trata de escapar pero está sujeta con cadenas.

    La sierra entra con una sacudida en el cuerpo, cortando el vientre. Es posible que se vea sangre. La guapa asistente parece morir, sus músculos se relajan, la cabeza cae hacia un lado y los espectadores miran cómo la sierra termina su corte y se ve sobresaliendo por la espalda de la asistente, convertida ahora en dos medias asistentes más o menos guapas, una del ombligo para arriba y la otra del ombligo para abajo.

    El público que asiste a un suceso así, sin embargo, no grita con horror, no se siente espectador de un asesinato vil, no sale corriendo a buscar a la policía, no salta como una chusma desbocada a linchar al sonriente mago. Simplemente espera.

    Lentamente, la gigantesca sierra se levanta. El mago mueve las manos estudiadamente, probablemente se arroja algo de humo en el escenario y suena música correspondiente a la emoción. De pronto, la asistente recobra la vida, es liberada, salta grácilmente de su plancha de tortura al escenario, sonriendo ampliamente, como un anuncio de pasta dental. El mago la recibe tomándola delicadamente de la mano. El público observa que ni siquiera el ajustado traje de lentejuelas de la proverbialmente guapa asistente muestra siquiera una desgarradura. Los asistentes aplauden, el mago y la, sí, guapa asistente, se inclinan agradecidos, cambia la música y viene el acto siguiente.

    A ver, si yo veo de noche en un rincón oscuro a cualquier ciudadano serruchando a una mujer, guapa o no, trataré de impedirlo si el tamaño me ayuda, o llamaré a la policía, o gritaré pidiendo auxilio y alertando a los vecinos... no me quedaré ahí esperando a ver qué más pasa.

    Pero el público, en este caso, se queda tan tranquilo.

    Evidentemente, el astuto público sabe que está ante un truco de magia de escenario, un acto de ilusionismo.

    ¿Cómo lo sabe?

    Vaya, la pregunta es tan tonta que responderla es difícil.

    En serio, ¿cómo sabe usted que no ha asistido a un hecho asombroso de verdadera magia o brujería en el cual una persona ha sido cortada por la mitad y reconstruida debido a las energías del prana o el chi, la percepción extrasensorial, la hipnosis, la influencia de los espíritus o cualquier secreto milenario de los antiguos egipcios?

    Piénselo.

    Si viéramos este acto de ilusionismo con la estrechez de miras, la obtusa mente y la incapacidad racional de los charlatanes y su séquito, se nos podrían presentar argumentos sensacionales que resultaran en diálogos reveladores:

    Gran Tragaembustes (GT): "No hay una explicación científica para lo que hemos visto: cortar a una mujer y pegarla de nuevo es un portento. Debe ser un fenómeno paranormal que debemos estudiar con un zahorí, una cacerola desvencijada, una cámara de fotos y un balde bien abastecido de agua con su correspondiente fregona (o trapeador)."

    Incrédulo remiso (IR): "Hombre, es un truco".

    GT: "Y ¿cómo lo sabes?"

    IR: "Pues porque es imposible rebanar a una muchacha sin que haya cortes de nervios, destrozo surtido e intenso de multitud de órganos internos, cortes en la piel y la consecuente muerte. Sin contar con que el vestidito de tul con lentejuelas habría quedado como la fregona o trapeador que pides. Pegarla de nuevo es imposible, ni un equipo de los mejores cirujanos podría hacerlo. Nunca se ha hecho, habría sido un notición."

    GT: "¿Quieres decir que lo sabes todo, altanero cientificoide?"

    IR: "Ni todo ni mucho, apenas un poco. Pero esto es un truco."

    GT: "O sea, estás fanáticamente cerrado a considerar lo que has visto con tus propios ojos como una verdad que puede tener importantes consecuencias parapsicológicas."

    IR: "Pues ya puesto así, sí. Una cosa es tener la mente abierta y otra dejar que le entre cualquier trozo de basura. No es necesario precisamente un cociente intelectual de 140 para saber que esto es un truco. Un niño te lo podría decir."

    GT: "A ver, demuéstrame que es un truco o un fraude. Dime cómo se hizo."

    IR: "No tengo puta idea de cómo se hizo, pero no necesito conocer el truco para saber que es un truco, eso no tiene nada que ver."

    GT: "O sea que no puedes demostrar cómo se hace."

    IR: "Así, tomando una cerveza después del show, pues no. Necesitaría que el mago me permitiera conocer el truco que él usa, estudiarlo, analizarlo o hacerlo confesar. Y como él vive honradamente de sus trucos y los llama trucos de ilusionismo, pues difícilmente me los va a revelar o a permitir que los revele. Y como hay muchas formas de hacer un efecto mágico, incluso un mago puede no saber cuál de las formas se usó en este caso particular."

    GT: "Pues yo, como hymbestygador parapsicológico afirmo que se trata de un fenómeno misterioso, paranormal y lo suficientemente interesante como para escribirme un libro sobre el tema y hacer una asociación de hymbestygadores (en la que por supuesto aceptaremos a todos los hymbestygadores que piensen lo mismo que yo) para ocuparnos del tema y conseguirnos un programa en la radio. La primera frase de mi libro será: 'no se ha podido encontrar una explicación científica al fenómeno'. Venderé carretadas de libros."

    IR: "Pero si es un truco, cualquier persona normal puede verlo."

    GT: "Cerrado, dogmático. Nunca te dejaré hablar con mi Zoociedad Nazi-o-nal de Hymbestygasyón Paranadológica. Y ya sabrás de mí y de mis abogados, infeliz."


    El hecho real es que en muchas ocasiones resulta muy difícil saber cómo hacen sus trucos los magos, especialmente si son buenos. De eso depende su éxito ante el público. Pero todos los que estamos en el público sabemos que es un truco.

    La diferencia entre los trucos mágicos y muchos fenómenos paranormales es que el mago abiertamente dice que presenta "efectos" o "ilusiones", que utiliza elementos bien conocidos como la distracción, la habilidad con los dedos (prestidigitación), aparatos, ilusiones visuales, espejos y toda una variedad de herramientas de su oficio que le permiten ser un actor que en el escenario interpreta el papel de mago.

    Por su parte, los fenómenos paranormales se presentan como hechos reales aunque parezcan precisamente trucos.

    Cuando los magos se interesan por el nivel de superchería de los buhoneros del ocultismo, suelen hacer demostraciones asombrosas. He hablado aquí de "El Místico Abadaba", que hace unas cirugías psíquicas que son un primor. Se ha mandado hacer un dedo pulgar falso como el que usaba Tony Agpaoa, del que extrae disimuladamente sangre y tripitas de pollo que parecen surgir del vientre del "paciente" con una verosimilitud asombrosa. Cuando un curanderoide brasileño de nombre "Arigo" impresionaba a los ignorantes metiéndose un cuchillo entre el párpado superior y el globo ocular, James Randi aprendió a hacerlo, demostrando que ni es difícil, ni duele, ni tiene de paranormal más de lo que tiene la televisión o los acordes en Do mayor. Pero se ve impresionante.

    Como los magos viven del secreto de sus ilusiones, no son muy dados a contar cómo las hacen. De hecho hay toda una ética al respecto.

    Alguna vez, absolutamente confuso por un truco y aprovechando que estaba mostrándole México a Randi, le pregunté cómo se hacía. El viejo mago me preguntó "¿Te interesa simplemente saberlo o piensas practicar el truco?" Le dije que era pura y vil curiosidad y me informó que me iba yo a quedar con las ganas de saber. Tiempo después, ante otro truco "urigelleresco", le dije que yo quería hacer eso, y con gusto me lo enseñó. Es un efecto impresionante mediante el cual el espectador puede ver con sus propios dos ojitos suyos de su propiedad cómo uno de los dientes de un tenedor se va doblando solito de manera absolutamente inverosímil.

    Si los magos, que finalmente son gente del espectáculo, mantienen en secreto sus trucos, es de suponerse que quienes pretenden engañar a la gente presentando un truco como "fenómeno paranormal" son incluso más celosos de sus secretos. Eso dificulta que se pueda responder rápida y precisamente a la exigencia de los creyentes, crédulos o comerciantes: "A ver, dime cuál es el truco."

    A veces, descubrir el truco cuesta trabajo y riesgos. Los primeros estudiosos de los tales "cirujanos psíquicos" filipinos estuvieron en peligro real cuando se hicieron de trozos orgánicos que, diciendo que eran "tumores", el charlatán "extraía del cuerpo del paciente". Claro que no le hicieron gracia a los charlatanes, los trozos resultaron ser menudencias y sangre de pollo y cerdo, nada de tumores ni zarandajas similares.

    A veces, descubrir los trucos demanda de grandes conocimientos y valentía como los de exhibió Harry Houdini en numerosas sesiones "espiritistas" en las que su habilidad como mago le permitía ver de manera clara cómo se provocaban las "maravillas" que convencían a sus coetáneos de que los "médiums" tenían línea directa con el más allá. Pero no faltó el que quisiera ponerle las manos encima al mago cuando los dejaba con el culo al aire, aunque la excelente condición físicoatlética de Houdini siempre impidió que las cosas llegaran a mayores.

    A veces, descubrir el truco no sirve de mucho, por las explicaciones verdaderamente fantásticas de los farsantes, como Uri Geller, que repite como guacamaya que si bien muchos magos pueden hacer trucos con los que obtienen los mismos resultados que Geller, los efectos que él, Uri, obtiene, son sin truco. Es decir, ante dos efectos idénticos, y sabiendo que uno es una ilusión, se nos pide que creamos que el otro es producto de poderes rarísimos y sobrenaturales.

    A veces no se puede descubrir el truco porque los charlatanes no se dejan, simplemente, aduciendo todo tipo de argucias y distracciones.

    En tales casos, es necesario echar mano del sentido común (el menos común de los sentidos) y de la lógica más elemental para determinar si algo tiene o no visos de ser anormal, ya no digamos paranormal. Cuestionarse su verosimilitud, buscar casos parecidos, razonar desapasionadamente.

    No hacer eso conlleva el riesgo de que usted, al no saber cómo hace sus trucos un mago, decida que lo que hace el mago no es un truco.

    Piénselo detenidamente: a lo largo de su vida ha visto muchísimas maravillas a cargo de los ilusionistas profesionales; se adivinan cartas, los objetos cambian de lugar misteriosamente, aparecen objetos e incluso animales de la nada, otros objetos o personas desaparecen, se destruyen y reconstruyen distintos materiales (cuerdas, periódicos, personas completas), parecen violarse las leyes de la naturaleza... y sin embargo usted sabe que eso es imposible, que es un truco, y siempre se hace la pregunta: "¿cómo lo hace?", y aunque no tenga respuesta, no se inquieta pensando en que sea una real violación del orden del universo.

    Por tanto, si alguien llega con otra aparente violación de las leyes naturales, del orden universal, y dice que no es un truco... ¿por qué vamos a creerle más a sus afirmaciones que a todo lo que sabemos sobre el mundo y su funcionamiento?

    Dicho de otro modo, si parece un truco, lo más probable es que sea un truco: caras que aparecen en el piso, aparatos supuestamente extraterrestres, comunicación con los muertos, profecías de las que siempre nos enteramos después de los acontecimientos... si alguien, contra toda lógica, dice que el fenómeno no es un truco, que realmente se han violado las leyes naturales y se ha roto en pedazos el orden del universo, más vale que tenga pruebas, pruebas sólidas. Pruebas al menos tan asombrosas como extravagante es su afirmación.

    Porque los magos funcionan de buena fe, pero los charlatanes no. Así que, cuando le presenten alguna nueva maravilla, recuerde que usted sabe que lo que hacen los magos son trucos. Y generalmente mejores que las barbajanadas que nos venden los parapsicólogos y demás fauna desvergonzada.