enero 24, 2006

Nunca subestimes...

La información que reproduje en este blog, afirmando que Íker Jiménez y la "familia García" iban a salir airosos en la emisión de Cuarto Milenio del domingo 22 con un pacto que atribuiría la culpa a un tercero que engañó a la familia y manipuló las fotos, era errónea, lo dije y lo repito y lo acepto, yo no me escondo de mis errores.

En realidad no importa si el error se debió a que mis fuentes se comunicaron entre sí sin saberlo yo, y pensé que había varios orígenes de la información cuando había sólo uno, o si se debió a que alguien estuvo difundiendo abiertamente información falsa con el interés de despistar y dejar mal a los críticos (como si presumiéramos de no meter la pata, yo la he metido muchas veces y la meteré muchas más, quedan advertidos), llegando al grado de que la misma versión se difundía en algunas listas de correos publicada por otras personas también con nombre y cara, no anónimos, o si pasó otra cosa más inverosímil, como que hubiera dos versiones del programa listas para emitirse, que me parece muy improbable, aclaro, la conspiranoia no se me da.

Claro que trataré de averiguar cómo pasó esto, pero el centro del problema está en otro lado: ¿por qué creí yo que la información era buena y la reproduje en este blog dándole credibilidad?

Eso es lo importante. De hecho, los datos me habían empezado a llegar hace dos semanas, y los guardé precisamente para no difundirlos sino hasta que el programa estuviera grabado. Por eso los publiqué el sábado, sin saber que el programa estaba grabado desde el lunes.

Y la información me parecía buena. Es más, me parecía muy buena porque, hasta donde yo alcanzaba a ver, era la única salida elegantes que le quedaba a Íker Jiménez y a su gente para salvar el tipo en este asunto. En realidad, como estratagema era razonablemente inteligente, dejaba sanos y salvos varios traseros y, manejada con el sensacionalismo y la estruendosa egolatría de Íker cual capitán Tormenta en su "nave del misterio", le hubiera permitido demostrar por una vez ante su público ese "escepticismo" del que presume de dientes para afuera sin haberlo ejercido ni una vez en la vida.

Adicionalmente, el tono la emisión del programa de radio Milenio 3 del 15 de enero parecía dar sustento a la versión.

La verosimilitud es un factor de peso para determinar si una afirmación debe o no tenerse en cuenta en principio. Como cuando nos muestran una foto, lo primero que determinamos es si resulta o no verosímil.

Supongamos que, por otra parte, alguna fuente me hubiera asegurado lo siguiente:
  • Que Íker Jiménez iba a avalar por enésima vez su confianza ciega en la familia que tomó las fotos y las envió, confirmando su opinión de que las fotos son "reales"

  • Que los implicados originales iban a reafirmar que tomaron esas fotos y a jurar que no las manipularon

  • Que una carta de un coronel de la Guardia Civil agradeciendo el regalo de un libro y diciendo en julio de 2005 que el peritaje se haría después de vacaciones, pero que era muy difícil determinar la autenticidad de una foto digital, se haría pasar como "peritaje"

  • Que se llevaría a dos peritos informáticos sumamente destacados y reconocidos a que dieran su opinión pero no a los que en 2005 "avalaron" las fotos al "99% de certeza", sino a dos que se contactaron a principios de enero, y dándoles a conocer sólo la "foto de las tres niñas", no la que según Isabel García es "previa" y que se ha demostrado que es la original, de la que se extrajo la otra

  • Que se le sacarían declaraciones al alcalde de Navalperal de Pinares mintiéndole, diciendo que la policía judicial había dictaminado que la foto era un montaje
¿Qué debería haber pensado?

Tal sucesión de hechos me hubiera parecido inverosímil, suicida, absurda, inexplicable y francamente poco probable. Es como decir que alguien va poner los dedos en la puerta y luego se la va a cerrar sobre ellos varias veces enérgicamente para destrozárselos sin motivo alguno.

Es decir, por simple lógica, y entendiendo que lo que Íker Jiménez defiende es un negocio que le representa muchos (pero muchos) miles de euros, más el interés de una teledifusora que ha descubierto en él un filón de audiencia, frente a quienes sólo nos oponemos al embuste por una cuestión de principios y ética, tales acciones parecerían contrarias a lo que conviene a Íker, a su productora y a sus patrones. Sería inverosímil. Incluso cuando lo vi me parecía increíble, era una autoincineración.

Lo otro parecía lógico, buena idea, dentro de lo posible. Salvaba cuanto podía del naufragio y me lo comunicaron una persona de Navalperal que tenía contacto con Isabel García, una persona de Cuatro, una de la Ser y un creyente en lo paranormal cercano al círculo de Milenio 3. Más lo que se comentó de manera semipública en listas de correos por parte de gente que da su nombre.

Me pareció verosímil y bastante confirmado, y así lo publiqué. Estoy seguro de que cualquier otro periodista en las mismas condiciones habría hecho lo mismo, y cualquier redactor jefe (o jefe de información) habría dado el visto bueno.

Y cualquier otro periodista y redactor jefe ofrecerían disculpas por la información inexacta y el error de juicio, como es de esperarse (y no lo hacen, nunca, los que se autodenominan "periodistas expertos en el misterio", eso no debe olvidarse).

Nunca pensé que Íker Jiménez y su gente fueran tan arrogantes y tan poco respetuosos de la inteligencia de su público. Ése fue mi error y por ello ofrezco sinceras disculpas a los lectores de este humilde y modesto blog sin pretensiones, que en casi dos años no ha acumulado ni 200 mil lectores. Comparado esto con el millón y tres cuartos de personas a las que llega Íker Jiménez con Cuarto Milenio cada domingo, como gran fenómeno de audiencia de Cuatro, no se entiende que lo que aquí se dice moleste tanto y tanto preocupe.

Olvidé por una vez la inteligente recomendación del escritor de ciencia ficción Robert Heinlein: Nunca subestimes el poder de la estupidez humana.

Lo siento. Trataré de no volver a olvidarlo.

Lo que no puedo prometer es no equivocarme otra vez.