marzo 19, 2007

Festejos de la espiritualidad destructiva

El 21 de marzo ha sido decretado por SSF (Soplapitos Sin Fronteras, organización no gubernamental con ánimo de verle la cara) como día de la destrucción arqueológica en México. Venga usted, no se lo pierda.

Desde hace algunos años, los místicos holísticos, newageros, simuladores de indigenismo clasemediero y negociantes del ocultismo en sus más variadas formas decidieron, basados en que se les ocurrió y que sonaba buena onda, que el 21 de marzo había que ir a las pirámides mexicanas (aztecas, mayas, teotihuacanas, toltecas, que da igual) porque ocurre un fenómeno rarísimo en ellas: el sol apunta hacia las pirámides y las distingue con el envío especial de ciertos rayos mágicos de "energía" misteriosísima (tan misteriosa que ninguno de los cobrones se atreve a decir qué es, cómo se detecta, cómo se mide o qué características tiene además de ser "positiva", sin aclarar tampoco qué significa eso) que pueden aprovechar todos los ingenuos vestidos de blanco que aterricen sobre las zonas arqueológicas y ayuden a su destrucción más rápida y eficaz en nombre del "new age", algo así como la extinción del oso, el tigre y el rinoceronte asiáticos sacrificados en el altar de la "medicina" tradicional china, que sigue usando partes de estos animales mágicamente (por más que el seudomédico tradicional chino que usted conoce y que muy probablemente es de Barakaldo o de Comitán, y que nunca estudió medicina, sino acaso un cursillo por correo, le diga que hay "evidencias científicas" que, hábilmente, nunca cita).

Lo más asombroso es que esto no lo hacían las "culturas antiguas" de las que se fingen herederos estos personajes, ni procede de ninguna idea consignada en las crónicas supervivientes, digamos el Popol Vuh o la Crónica Mexicáyotl (ya ni nos metemos en que Teotihuacán ya estaba abandonada en el siglo XI de nuestra era, cuando los aztecas aún eran nómadas). Es decir, se trata de un invento mercadológico reciente, una ocurrencia novedosa, por más que la vistan con rollos inanes sobre lo que realmente hicieron las culturas mesoamericanas prehispánicas, cosa de la que lo ignoran todo y, para remate, les da igual.

Este año, las autoridades encargadas de cuidar los monumentos arqueológicos mexicanos se han visto obligadas a preparar un operativo para disminuir los destrozos que los fanaticazos causarán el miércoles en los monumentos de Teotihuacán, Tajín, Tulum, Chichen Itzá, Cholula, Xochicalco y otros. La idea es poner andadores de madera (que no creo que anden financiando los señoritos de "Soplapitos Sin Fronteras", en especial sus lidercillos como Toño Vázquez Alba, el adivino que no adivina ni la hora de la cena) en las pirámides para que no se estacionen sobre ellas los miles y miles que ya las han averiado bastante en los algo más de diez años desde que a alguien se le ocurrió este delirio. Pero eso no es todo, para atender a las decenas de miles de personas embaucadas por los brujazos (la cifra de personas que cayeron como buitres sobre Teotihuacán el año pasado fue de 150 mil), las autoridades tendrán que distraer de las investigaciones antropológicas (y en tiempos en que la ultraderecha en el poder reduce aún más los presupuestos científicos en México) dinero para pagar baños portátiles, ambulancias de terapia intensiva y puestos de socorro, pipas (camiones tanque) de agua, casetas telefónicas y módulos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y Protección Civil. Y nada de esto, claro, lo paga nadie que no sea la expoliada ciudadanía mexicana, aunque los beneficiarios son los magos, brujos, adivinos, chamanoides y demás fauna que pulula por allí desde ya hace unos días con la mano lista para cobrar. Hay que señalar que los medios de comunicación y una industria turística bastante voraz se encargan de apoyar el bochinche porque les genera ingresos.

Por supuesto, el más grande problema de todo el asunto es que quienes se visten de blanco y hacen el imbécil mientras destrozan un patrimonio histórico de toda la humanidad no van a recibir más beneficios que el "sentirse bien" unos momentos por creerse el engaño, sensación tan falsa como la de valentía que da el alcohol.

Este año, la Sociedad Astronómica Urania, presidida por mi buen amigo Eloy Martínez Rojas, con quien bastante radio hicimos hace algunos ayeres en México, se ha esforzado en difundir un dato esencial, el único dato esencial de todo esto, que no hay ningún "fundamento científico para la cada vez más extendida práctica de visita a pirámides prehispánicas con la errónea idea de cargarse de energía durante el equinoccio de primavera".

La Sociedad Astronómica Urania ha declarado en los diarios mexicanos, sin recibir, por supuesto, respuesta de los archimandritas de la SSF: "estas ideas son el resultado de la falta de una verdadera cultura científica entre la población, que ha caído bajo la influencia de conceptos seudocientíficos englobados en lo que se conoce como new age, la nueva era".

Y abundan con claridad, copio lo que dice el diario mexicano El Universal:
... charlatanes como Erich Von Daniken alcanzaban grandes ventas, escribiendo best sellers, sin ningún fundamento científico, acerca del surgimiento de antiguas y avanzadas civilizaciones bajo la guía de extraterrestres que con su tecnología ayudaron en la construcción de las pirámides de egipto o las prehispánicas.

En la década de los ochentas estas ideas se fusionarían en la corriente new age junto a otras orientales, místicas y hasta musicales, que llevarían a muchas personas a comenzar a visitar en equinoccios y solsticios las pirámides en México.
(...)

... en ninguna pirámide se ha medido jamás el aumento de algún tipo de energía con ningún instrumento, seguramente porque sus constructores jamás pretendieron convertirlas en alguna especie de receptores de energía, sino en estructuras diseñadas para adorar a algún dios o dioses y en donde, por cierto, le estaba prohibido al pueblo subir (en contraste con el grave daño que se provoca durante el equinoccio de primavera a las estructuras prehispánicas en nuestros días, ya de por sí averiadas por el tiempo).
(...)

Según la agrupación astronómica, el equinoccio de primavera siempre fue motivo de júbilo para las sociedades precientíficas, ya que anunciaba el inicio de ciclos estacionales más benignos para la agricultura, de la que dependían; hoy en el mundo del siglo XXI los festejos de grupos de la nueva era celebran sólo un equinoccio de pseudociencia.
(...)

Durante el equinoccio, el Sol no varía el grado de energía que emite hacia el espacio en ninguna gama del llamado espectro electromagnético del que la luz visible forma parte.

Instrumentos sensibles a la radiación solar en Tierra y en el espacio no registran ningún cambio en los niveles de energía que lo caracterizan.

Así pues, ni sobre las pirámides, ni sobre ninguna otra parte de la Tierra se recibe una sobrecarga de energía del Sol.

Todo lo cual no impedirá que los jefes de SSF se llenen de dinero este 21 de marzo incitando a la población a perjudicar su legado histórico y a obligar a gastar el escaso dinero público dedicado al conocimiento en moderar los destrozos causados en nombre de la "iluminación espiritual" de saldo.